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Amancay | Transitar el duelo desde la ternura

La película de Máximo Ciambella nos sumerge en las vivencias de una juventud atravesada por las pérdidas, las ilusiones y contingencias, donde los vínculos se construyen desde el compromiso sentimental con el otro.


Por Marvel Aguilera.

Todas las pérdidas tiene matices, variables. Están conectadas a nuestra sensibilidad, a nuestra manera de ver el mundo. Perdemos personas, amores, lugares, recuerdos, sensaciones. Todo pasa, pero algo permanece. Nos duele el pasado, pero también el presente, lo que persiste, aquello que todavía vive entre nosotros. Susan Sontag decía que ante el sufrimiento y el dolor, podemos optar por reacciones instrumentalizadas del miedo o generar una mirada sensible, una militancia de las emociones que nos haga reconocernos a través de la mirada de los otros, que nos permita establecer lazos desde la conmoción que producen los duelos.

Amancay de Máximo Ciambella nos habla de ese cruce entre lo que ya no está, lo que nos falta, y la empatía sensible por cicatrizar las emociones de esa ausencia con nuestro presente.

Dos jóvenes, Adriano y Lucía, transitan sus días en una Buenos Aires repleta de ecos, imágenes y corporalidad que se cruzan ante ellos. Las palabras de cada uno son importantes, alivian, canalizan, comparten una parte de lo que son. Un embarazo interrumpido, el duelo de un padre fallecido, un amor que se sostiene en los recuerdos. Cada duelo convive con ellos, pero no como un peso sino un bagaje de vida que necesita transformarse en algo colectivo, en un habitaje mutuo del dolor por medio del amor.

“Los espacios se prolongan a través de la amistad, lo que resurge hilando esos dolores para sopesarlos desde la ternura”.


Con una puesta fotográfica de nouvelle vague porteña, Amancay juega con el valor de los silencios, las miradas de cuerpos que se entreveran en medio de la nocturnidad. Personajes tangibles, auténticos, terrenales, que viven sus miedos, desencantos, incertidumbres e ilusiones con plena naturalidad.

Ellos están buscando una mejor manera de vivir, de configurar sus vínculos, de consolidar sus sueños, de cerrar con viejas etapas. Un poema hacia el hijx que no fue, la preparación de una cena, un partido de fútbol, un baile popular en la vereda. Los espacios se prolongan a través de la amistad, lo que resurge hilando esos dolores para sopesarlos desde la ternura.

Amancay nos retrata a una juventud desde su cotidianidad; esos pequeños recortes de vida que la cámara toma, casi pidiendo permiso, que nos hablan de las sensaciones, conflictos e ilusiones que nos hacen a diario. Porque la existencia es una suma de experiencias que sumamos, con penas y alegrías, pero siempre con un otro.

La vida y la muerte en la película son parte de un mismo camino, uno en que nacemos y nos despedimos constantemente, en cada acto, en cada desafío. Un film sin edulcorantes, crudo y cálido la vez, que pone en perspectiva cuan fundamental es en estos tiempos valorar nuestros lazos para resguardar nuestra más esencial condición humana.

Amancay (Argentina/2022). Dirección y guion: Máximo Ciambella. Elenco: Adriano La Croce, Lucia Aráoz De Cea, Manuel Bersi, Rocío Barbenza y Tomás Raspall. Fotografía: Juan Renau. Edición: Florencia Gómez García y Francisco Marise. Sonido: Atilio Sánchez, Damián Coluccio, Francisco Marise, Juan Renau y Andrés Radulovich. Música: Alucinaciones en Familia, Julio y Agosto. Producción: Surubí Cine, Ballena Franca.


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